«Veo la meta, alcanzo esa meta y luego veo otra».
Sagitario, el arquero, alinea el arco de su cuerpo físico y somete la cuerda de sus emociones a la correcta tensión, para dar a la flecha de la mente iluminada la dirección que el alma le señala.
El sendero de la evolución representa una tendencia irreversible hacia una integridad mayor. El arquero descubre el blanco cuando sabe que lo que ve en el centro de su objetivo es una proyección de lo que hay en su propio corazón. Enciende la llama de la ardiente aspiración, se nutre con los más nobles ideales, emprende el camino y, a cada paso, intuición e inspiración le permiten mantener la dirección.
En el sendero de la vida tenemos una meta: realizar nuestro potencial y compartir nuestra realización. Al realizarnos, la visión de una más amplia perspectiva nos señala que ninguna meta es un final. Cada vez que se alcanza la meta, un nuevo horizonte nos revela que hay otra realidad por conquistar.
Sagitario es un signo de fuego. Y ese fuego interno, simboliza la unidad del calor trasmutador del amor y la luz disipativa de la inteligencia. De esa prodigiosa aleación de amor e inteligencia emerge la intuición. El caballo blanco en sagitario simboliza la fuerza pura y serena de las emociones controladas por el arquero, una faceta del noble caballero que conoce los secretos del sendero para la conquista de sí mismo. Su meta es la realidad, el santo grial, ese cáliz del amor incondicional que guía arqueros, caballeros y buscadores con todos sus nombres y oficios por la senda sagrada del servicio.
En sagitario, mas que en otros signos del zodíaco, es aparente la acción del fuego que disipa la niebla de la confusión, y permite contemplar en la distancia la perspectiva luminosa de una nueva cima. Ese mismo fuego que da claridad produce adentro el calor de una devoción que asciende a través de la consagración a una causa.
¿Qué sería de nosotros todos si perdiéramos el sentido de vivir y cayéramos en el vacío existencial del pesimismo? ¿Qué sentido tiene nuestra vida sin esa genuina devoción que se aviva con el fuego de la ardiente aspiración?
La realización es un proceso continuo en el que éxito y la felicidad son el resultado de la consagración a una causa a la que entregamos lo mejor de nosotros mismos
¿Qué sería del ser humano que al conquistar una meta no vislumbra nuevos objetivos?
Es cierto que uno aspira a ser un profesional y cuando lo logra se da cuenta que sólo ha dado el primer paso en una jornada mucho más significativa que la de obtener el título. El médico sabe que la meta de la graduación es el primer paso al desafío mayor de servir plenamente desde su profesión. Papá y mamá conocen que no lo son sólo cuando tienen a sus hijos y que ejercer ese rol exigente del amor implica que el nacimiento sea sólo un punto de partida hacia un proceso de metas y caminos sucesivos, que no culminan ni siquiera con los hijos de los hijos.
Podríamos tener la ilusión de llegar sin reconocer un nuevo rumbo. Que hay metas reservadas para el final de la vida, cuando la vida misma es un proceso de renovación permanente. Durante la luna de sagitario tenemos la oportunidad de acceder a los nuevos enfoques que permiten el ascenso a esa posición del observador en la que es posible percibir que en el viaje de la conciencia cada meta es un comienzo.
El destino de la humanidad y las naciones no tendría sentido sin la visión de grandes pioneros, esos visionarios soñadores que intuyeron, visualizaron y lanzaron la flecha de su mente iluminada más allá de los territorios conocidos.
Sagitario brinda la oportunidad para emprender un nuevo rumbo, para dar un sentido más profundo a la vida. Para vislumbrar en el horizonte nuevas perspectivas. Es el signo del fuego transmutador que permite al buscador ir en una nueva dirección con la fuerza noble y serena del idealismo y la guía iluminada de la intuición.
Cada meta en sagitario es una atalaya para contemplar la vida desde una nueva visión. Cada uno de los destinos de este incesante viajero que llevamos adentro es sólo el primer paso en una nueva jornada del sendero. En Sagitario el intelecto iluminado por el sentido de dirección y fortalecido por el fuego interno de los más nobles ideales puede acceder a la visión global y penetrante de la mente superior.
Como humanidad que somos, unidos a ese proyecto planetario en que lo mejor de la naturaleza asciende y eleva su conciencia a través del ser humano, nos podemos proponer en sagitario elevarnos desde las ideologías, la religiosidad y el fanatismo que tanto nos han separado de los otros y de nosotros mismos, para acceder a esos niveles de la conciencia en los que, más allá de inquisiciones dogmáticas y cientifismos, rescatemos un arte de vivir pleno de claridad y propósito, de intuición, idealismo y sentido de servicio
Jorge Carvajal Posada