Meditar es una de las claves esenciales para vivir espiritualmente. Vivir espiritualmente no es retirarse del mundo, ni mucho menos negarlo, es saber vivir en él con arte. Es ser feliz haciendo felices a los demás. La felicidad requiere un buen carácter, esa preciosa alquimia de mente abierta y corazón grande, de quien comprende la vida. He ahí la clave, comprender la vida… Cuanto más la comprendemos, más se amplía la mente y más se profundiza el corazón, y más la comprendemos. Esa reciprocidad, o retroalimentación, sugiere un vínculo íntimo, fluido. ¿Y si fuera exactamente eso, lo que la vida quiere entablar contigo? ¿Si resulta que ella te comprende, y ser comprendida por ti es lo único que falta? ¿Y si nos amara con locura?
¿Podemos detenernos en esa pregunta? Quizás en el fondo de todo corazón humano, el anhelo sea ese, sentirse amado por la vida; sentirse parte íntima de ella, saberse atesorado, necesario. Estar cerca de la vida es sinónimo de aprender de cada cosa, todos los días. Aprender así, requiere una mente abierta, con la serenidad suficiente de llegar más allá de los eventos, de cruzar hasta el significado. En el significado siempre incorporamos una lección. A esa mente, podemos con toda tranquilidad llamarla una mente meditativa. Es la que queremos, ¿o no?
Así entendida la meditación, podríamos afirmar que meditar es acercarse a la esencia de todo y, antes que nada, a la propia. Es entrar en contacto con la dimensión interna de buena voluntad, amor y sabiduría: el alma.
APRENDER DE LAS ESTRELLAS
«Si uno aprende de las estrellas, entonces sobrepasa a todos los humanos. Se llevarían a cabo logros maravillosos en la Tierra, si aprendiéramos de las estrellas, como de los humanos. “
Paracelsus: IV/ 538 1
Aprender de las estrellas, relacionarnos con el todo mayor del que formamos parte, implica expandir nuestros círculos de percepción y comprensión. Tenemos definiciones tan pequeñas de quienes somos, ambiciones tan mundanas, tan reducidas… Cuando nuestras reducciones por fin nos cansan, y hacemos cuanto sea necesario para, progresivamente, reconectarnos a ese todo, lejos de sentir su grandeza como pequeñez nuestra, la encontramos dentro. Conectados, es fácil captar que la vida tiene formas visibles y formas invisibles de manifestarse. La relación con el mundo invisible de la energía, no es como zambullirse en un mar sin forma, es la relación con ciertos principios, en ciertos momentos. Es un mapa que acompaña. Así como los agricultores saben qué cultivar, en qué época; así los meditadores también.
La meditación puede, por tanto, ser la vía de conexión con la energía disponible en los momentos de alineaciones de nuestra tierra con las constelaciones, siguiendo patrones muy concretos, con ritmos muy definidos, para cultivar las virtudes que hacen del corazón humano el hogar del alma y de la vida un arte.
RAZONES QUE HACEN DE LOS PLENILUNIOS UNA OPORTUNIDAD ESPECIAL
1) Todo es energía: la emisión de energía se dará igual, estemos orientados a ella o no, lo que cambia, es el efecto que dicha emisión tiene sobre nosotros. Para quienes se enfocan en recibirla con actitud receptiva y altruista, el resultado es muy beneficioso; para quienes están centrados en la dimensión egoísta de su naturaleza, la gran afluencia de energía de un plenilunio, suele ocasionar mayor tensión, irritabilidad y malestar.
2) La materia se modifica por acción de la información y la energía: no sólo nuestras emociones, sino todos los planos de la realidad se ven afectados por la energía, la materia incluida.
3) Se aprovecha la alineación de la tierra con su alma: el Sol es a la Tierra lo que el alma a la personalidad. En Luna llena, al estar la luna a 180º del sol, hay un máximo de luz solar sobre la Tierra.
4) Estamos diseñados para resonar con todo el Sistema Solar: La longitud de nuestro ADN extendido (10.000 millones de kilómetros) coincide exactamente, con el diámetro de nuestro sistema solar. Siendo el ADN una antena de recepción y emisión, podemos afirmar que contamos físicamente, en el núcleo de cada una de nuestras células, con el instrumento de oscilación que nos permite resonar con el sistema solar.
5) Trabajamos en red: Meditar en un grupo grande es muy diferente de hacerlo a solas, un grupo genera una corriente muy potente y ofrece protección. En las horas cercanas al plenilunio hay miles de grupos que se reúnen cada mes en todo el mundo. Cada individuo o grupo que se incorpora, se suma a una corriente que ya tiene una gran potencia: su fuerza no es individual, sino la de la corriente.
6) Trabajamos en alineación – No sólo se da la red en el sentido de la conexión con los grupos, sino en el sentido de conexión con la Jerarquía planetaria, es decir con los seres que habiendo transitado el camino de la luz, llegaron a la Maestría y amorosamente custodian nuestra evolución. La Jerarquía es el cuarto centro del planeta, (el corazón, el Centro del Amor); la Humanidad que ha despertado a la Buena Voluntad, es el quinto centro del planeta; que ambos centros se alineen permite el mayor progreso posible. En otras palabras, esa alineación es la condición de que el desenvolvimiento del plan de Luz y Amor, se haga realidad. Colaborar con el plan, es el propósito del alma.
6) Accedemos al orden mayor: Formamos parte de un sistema con un orden y precisión maravilloso, lo sepamos o no. Reconectarnos a la sabiduría de la vida, a los ciclos universales y a la gratitud infinita que se siente cuando se está unido, permite un crecimiento sistemático a lo largo de los 12 signos. Las lecciones que se incorporan cuando meditamos en las 12 lunas llenas y las 12 lunas nuevas, nos van completando, perfeccionando, como si de la progresión de una sinfonía magistral se tratara. El desorden del mundo, que tanto nos duele, es sólo la superficie. Quien profundiza, encuentra un orden infinito en el devenir del tiempo. Para la sabiduría del alma, todos estamos en ese viaje hacia el orden mayor, colaborar con ello es la forma más segura de contribuir a la disminución del sufrimiento de todos los seres y de vivir una vida plena de sentido.
Isabella Di Carlo