En Navidad celebramos un nacimiento… Nacimiento es vida y la vida es un regalo. Un regalo cuya esencia es el amor, ese estado de la consciencia en que el corazón abierto es un manantial del que pueden brotar nuevas y frescas nuestras acciones.
Somos regalo, cada vez que desaprendemos prejuicios, soltamos temores, olvidamos rencores. Cada vez que damos un paso al frente, que tendemos la mano; siempre que somos puente para que dos orillas se acerquen. Cada vez que acogemos, comprendemos, alentamos; siempre que somos tazón de chocolate, calcetín en chimenea, buena nueva.
Somos regalo cuando nos identificamos con nuestra esencia, ese potencial invencible, que nos permite morir y renacer, desaprender y cambiar; amar y volar.
Somos regalo cuando no vivimos para nosotros, sino para nuestro entorno; cuando ponemos el hombro, cuando escuchamos con el alma, cuando predicamos con el ejemplo, cuando nuestro querer da raíces y alas.
Milagro de milagros, también para Dios podemos ser regalo cuando hacemos de nuestro pecho su hogar, para que pueda obrar en nosotros y sea en nosotros, Su voluntad.
Quien tiene a Dios en su corazón,
hace a Dios cercano y visible
y eso Sí que es un regalo.
Quizás nacer en nosotros,
sea el único deseo de Dios.
Isabella Di Carlo